Mucho tiempo pase de niño en casa de
mi abuela. Cuando mis padres, salían a ganarse el jornal en el
campo, a mi me dejaban en casa de mi abuela Daniela todas las
mañanas, a eso de las seis y media. Entre la casa y el campo, solo
había tres casas así que os podéis imaginar cuales fueron los
juguetes que disfrute en la infancia. No he vuelto a sentirme tan
dentro de la naturaleza, como en aquellos años y mira que busco esa
sensación casi a diario, a veces se parece, pero no es lo mismo.
Mis padres volvían de noche, ya se
sabe que el trabajo en el campo es de sol a sol, por lo que tenia
toda la tarde para trastear. Como el agua a la vida, las fuentes, a
su pueblo, muchas de esas tardes me las pase frente a algún
charquito entre la fuente de la Recacha y la del Pocito. En esos
días, no había ni salvame de lux, ni telenovelas, por lo que toda
la actividad post almuerzo, se realizaba entorno a estos manantiales.
Viejas enlutadas, arrieros con sus burros, madres a por agua para
remojar los garbanzos del día siguiente, jovencitas a lavarse el
pelo con huevo y agua de la fuente que dicen que da mucha fuerza,
corrillos de marias, poniéndose al día de los chismes del pueblo,
punto de encuentro en el que los que pasaban con otro camino, dejaban
las buenas nuevas de algún familiar de un pueblo cercano, viejos
sentados en algún punto estratégico en el que podían ver todo lo
que acontecía mientras hablaban del tiempo o la cosecha y como no
las lavanderas, arrodilladas en el suelo, frotando la ropa sobre una
tablilla de madera y entonando alguna cancioncilla que seguro nadie
recuerda.
Con la llegada de las comodidades, las
fuentes perdieron todo el protagonismo y cayeron en el mas triste de
los olvidos. Le tengo gran cariño a esos lugares y me duele en el
alma como se han deteriorado. Cuando se han arreglado, siempre las
han dejado peor de lo que estaban, ya solo son charcos entre el
hormigón. La flora y fauna, lucha por seguir viviendo en un lugar
que no hace poco les pertenecía y aunque las personas ya no acudan a
estos sitios, sus habitantes remotos siguen luchando por estos
manantiales, que han creado tanta vida a su alrededor, que ahora
ahoga las suyas.
Lavandera Cascadeña.
Lavandera Blanca.
Ya no van lavanderas a las fuentes. ¿
O si ?
1 comentario:
Me gustan las fotos pero más el relato ¡lo has bordado!
Saludos!!
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